Analiza luego las intervenciones en cada continente, para concluir que en América Latina estaba madurando una rebelión, que adquiriría carácter continental. Guevara concluye entonces que el imperialismo utiliza la guerra como chantaje y que la respuesta de los pueblos debería ser no temer la guerra. Guevara advierte entonces que la liberación no sería permitida por Estados Unidos pacíficamente, y que no había que hacerse ilusiones, ya que se trataría de una guerra larga, en la que «la represión irá buscando víctimas fáciles», masacrando a la población campesina o bombardeando ciudades.